Una escritura accesible, sin rebuscamientos ni ornamentaciones, y un constante cuestionamiento sobre la vida, la literatura y su propia obra definen la trayectoria vital y profesional de José Emilio Pacheco, considerado uno de los escritores más importantes de la literatura mexicana y universal del siglo XX. Sin embargo, tiene menos reconocimientos y premios de los que la categoría de su obra merecen, tal vez porque era un escritor discreto y muy modesto con las cualidades que demostraba.
Pacheco siempre tuvo clara su vocación de escritor y su obra fue reconocida muy pronto, apareciendo desde muy joven en las antologías al lado de los grandes poetas de Latinoamérica. A lo largo de su vida, además de escribir poesía y prosa, así como de destacar como traductor, trabajó como director y editor de colecciones bibliográficas y diversas publicaciones y suplementos culturales.
José Emilio Pacheco Berny nació en Ciudad de México tal día como hoy de hace 79 años, el 30 de junio de 1939. Desde muy pequeño José Emilio se acercó a la literatura leyendo a Julio Verne, Rubén Darío, Oscar Wilde, Manuel Payno, Amado Nervo, Jorge Luis Borges y Alfonso Reyes, a la vez que escuchaba a los escritores de la época que frecuentaban su casa y que resultan fácilmente reconocibles: Juan de la Cabada, Héctor Pérez Martínez, Juan José Arreola, José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán, Julio Torri, Edith Negrín y Álvaro Ruiz Abreu.
Desde muy pequeño Pacheco se decantó por la literatura, empezando a escribir en la adolescencia y publicando sus artículos en revistas estudiantiles y periódicos como ‘Proa’ (de la Escuela Preparatoria, 1955), ‘Diario de Yucatán’, ‘Diario del Sureste’ (ambos de Mérida, 1956-1958); las estudiantiles ‘Índice’ (1957) y ‘Letras Nuevas’, la primera de la Facultad de Derecho y la segunda de la de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
José Emilio empezó a estudiar las carreras de Derecho y Filosofía y Letras en la Autónoma de México, pero las abandonó a los 19 años para dedicarse por entero a la literatura. Comenzó a colaborar con la revista ‘Medio Siglo’ y más tarde formó parte de la dirección del suplemento ‘Ramas Nuevas’ de la revista ‘Estaciones’, junto a otro reconocido autor mexicano, su amigo de la infancia Carlos Monsiváis, y de la redacción de la Revista de la UNAM. También fue jefe de redacción del suplemento ‘México en la Cultura’, en colaboración con Fernando Benítez.
Las obras de Pacheco incluyen narrativa, cuentos, novelas, crónicas, poesías, traducciones y ensayos. Todos los géneros tienen algunas características comunes que mantienen cierta unidad en sus textos, pero cada uno de ellos también puede distinguirse de los otros por elementos particulares como constante renovación o reescritura, ya que el autor consideraba la literatura como algo dinámico y cambiante, lo que le llevó a revisar y reescribir sus propias obras en un afán de autocrítica.
Esta idea de la reescritura también afecta a textos anteriores, de autores modernos como Jorge Luis Borges, Ernesto Cardenal, y clásicos, como el poeta latino Cayo Valerio Catulo, e incluso a sus propios lectores.
Temas como la pérdida y singularidad de la niñez, así como las relaciones afectivas son recurrentes en su obra, aspectos todos ellos que siempre envuelven su preocupación y denuncia social e histórica sobre su país, México. Su primera colección de historias fue publicada en 1958. Siguió con una serie de poemas y colecciones de cuentos en la década de 1960 y se convirtió en editor de ‘Cultura’, una de las publicaciones literarias más importantes de México durante la década de 1960 publicando una serie ampliamente elogiada de prosa y poesía en las décadas siguientes.
Pacheco empezó a destacar por sus palabras simples y directas, que contrastaban con el lenguaje figurativo utilizado por otros grandes poetas de su tiempo. Decía palabras normales, humildes, como reflejaba su presencia de señor tranquilo con el pelo blanco y sus gafas cuadradas. Fue durante décadas colaborador del semanario ‘Proceso’, y su columna ‘Inventario’ se convirtió en una brújula para orientar a la sociedad mexicana.
Perteneció a la generación literaria denominada en México de los Años Cincuenta, también conocida como la del Medio Siglo, integrada por Carlos Monsiváis, Eduardo Lizalde, Sergio Pitol, Juan Vicente Melo, Vicente Leñero, Juan García Ponce, Sergio Galindo y Salvador Elizondo, pero en la que él fue figura muy destacada por sus aportaciones.
El primer libro de poesía de Pacheco, ‘Los elementos de la noche’, se publicó en 1963, con poco más de 20 años. Éste fue seguido por una novela, ‘El viento distante’ (1963) y por ‘Morirás lejos’ (1967). El resto de obras destacadas incluyen ‘El reposo del fuego’ (1966), ‘Irás y no volverás’, ‘Islas a la deriva’, ‘El principio del placer’ (1972), ‘En la deriva de las islas’ (1976), ‘Desde entonces’ (1980), ‘Las batallas del desierto’ (1981), ‘Los trabajos del mar’ (1983), ‘La sombra de la Medusa y otros cuentos marginales (1990) y ‘Un arca para el próximo milenio: poemas’ (1993).
La poesía fue sin duda, su género, y gran parte de su obra poética está recogida en el volumen ‘Tarde o temprano’ (Poemas, 1958-2000), editado por el mexicano Fondo de Cultura Económica, porque para José Emilio Pacheco la escritura era su ser. “La lengua en la que nací constituye mi única riqueza”, dijo en 2010 cuando recogió el Premio Cervantes.
Pacheco fue también un reconocido traductor de obras de Samuel Beckett, Yevgeny Yevtuschenko, Tennessee Williams, T.S. Elliot, Oscar Wilde, Víctor Hugo, Truman Capote, Ernest Hemingway y Albert Einstein, entre otros. Fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía de México en 1969 por su colección ‘No me preguntes cómo pasa el tiempo’, y su colección ‘El silencio de la luna’ fue reconocida con el Premio José Asunción Silva al mejor libro en español que apareció en cualquier país entre 1990 y 1995. En 2009 José Emilio Pacheco ganó el Premio Cervantes y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, además de recibir casi dos docenas de otros premios literarios de gobiernos e instituciones culturales en México y en otros países de habla hispana.
José Antonio Pascual Rodríguez, miembro del jurado del Premio Cervantes y representante de la Real Academia Española (RAE), llamó a Pacheco “un poeta excepcional de la vida cotidiana, con una profundidad, una libertad de pensamiento, una capacidad de crear su propio mundo, una distancia irónica de la realidad cuando es necesario, y un uso lingüístico… que es impecable”.
Pero más allá de la literatura, José Emilio Pacheco fue profesor en varias universidades de México, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra y se dedicó también a la investigación en el Departamento de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). El resultado de esta labor de investigación y reconstrucción de la vida cultural mexicana de los siglos XIX y XX fue la publicación de numerosas ediciones y antologías, un hito más en su carrera, ya que su obra ha sido traducida al inglés, francés, alemán y ruso.
Pacheco, uno de los escritores contemporáneos más importantes en castellano, falleció el 26 de enero de 2014, a los 74 años, tras sufrir dos días antes un accidente en su casa al acabar de escribir su columna ‘Inventario’ para el semanario ‘Proceso’. El escritor mexicano falleció dos días después en un hospital de Ciudad de México: “Se fue tranquilo, se fue en paz», confirmó su hija Laura Emilia.
El escritor Carlos Fuentes, otro de los grandes de las letras en la lengua de Cervantes, definió con exactitud en 2009 lo que representaba su figura y significa ahora su legado: “Su obra es universal y participa de la gloria de las letras de todos los tiempos”.
Fuente: El País