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¿Qué aprendimos de Acapulco?

Anoche se fue a dormir y todo estaba donde siempre. A las 5 am, abre la puerta de su habitación y no hay nada.

Antes de pasar a responder la pregunta, imagine por un momento la siguiente escena: Anoche se fue a dormir y todo estaba donde siempre lo deja, pero hoy siendo las 5 de la mañana, es decir la hora a la que siempre se levanta, al abrir la puerta de su habitación, no hay nada.

Si, así como lo lee, no hay nada ni los objetos que dejó la noche anterior (donde siempre) ni habitaciones contiguas, la puerta de su dormitorio da directamente a la calle y así se ven las casas de sus vecinos, hasta donde da la vista.

En este escenario, usted tiene sólo lo que trae puesto, no trae su celular ni hay luz ni líneas telefónicas y además ¿a quién llamaría si todos están iguales? en este punto el dinero no sirve porque no hay nada, ni aún dinero.

Gracias por seguirme. Esto fue lo que pasó en Acapulco, sólo que de forma más violenta y dramática la gente de un día para otro se quedó sin nada, sólo con lo que traía puesto.

Si este escenario, que no le deseo ni tantito, le aconteciera; la pregunta obligada es ¿por dónde empezar a reconstruir las cosas para acercarse a lo que tenía una noche antes? 

Precisamente lo primero que usted va a necesitar es conectarse a la nueva realidad, seguramente necesitará poder adquirir cosas, desde ropa nueva y alimentos, hasta insumos para a reconstruir su casa, por lo que mínimo va a requerir dinero y de ahí empezar a adquirir todo lo necesario para usted y su familia. Para las personas que vivimos en zonas sísmicas no es desconocida la famosa “mochila de supervivencia” en donde deben ir entre otras cosas, alimentos, agua y documentos mínimos para sobrevivir en caso de desastre y a eso se le llama “estar preparado”, sabemos que temblará, pero  no sabemos cuando sucederá –la probabilidad de que suceda, es constante ya sea en la madrugada o al medio día-, justo eso es lo que pasó Acapulco, un desastre que nadie tenía en la agenda y ante el que nadie, estaba preparado.

Nassim N. Taleb escribió “El Cisne negro” en 2007, su tesis fue una propuesta atrevida en lo que derivó con claridad, los Planes de Continuidad Operativa (PCO); es decir, cómo -un proceso catastrófico, podía afectar la operación de un sistema de manera inesperada y al mismo tiempo,  éste pudiera continuar operando lo más rápido posible. 

Parte de su teoría se cimenta en el principio de que “si un evento no ha sucedido, no significa que no sucederá”, precisamente esta miopía de que no va a suceder, se basa en que para hacer proyecciones futuras, miramos a la recurrencia de eventos en el pasado.

Déjeme explicarlo llanamente: cuando usted escucha “eso nunca ha pasado” o “sucedió algo como nunca…”, es precisamente porque viendo hacia el pasado, no tenemos casos previos de ese evento. La probabilidad de que suceda una catástrofe es constante y nuca es cero, por más buenas o favorables que sean las condiciones, lo mejor es estar preparados.

Quienes vivimos en zonas sísmicas, conocemos el concepto de mochila de emergencia, en esta están o deben estar agua, alimentos enlatados y documentos personales importantes para continuar operando (viviendo) incluso hay familias y/o empresas que saben a donde ir en casos de desastre.

Lo que pasó en Acapulco, es evidencia de que la probabilidad de que suceda un desastre está ahí y nunca es cero, quizás muy pequeña, pero sólo eso. La mala noticia es que dado el calentamiento global, estos eventos no sólo se repetirán, sino que serán cada vez más graves.

Si logró imaginar la escena, pregúntese: ¿qué necesitaría para ir al banco -recuerde que no tiene nada más que lo que trae puesto- y éste pueda darle dinero de su cuenta? ¿Cómo podría reclamar el servicio de seguro social, si no tiene su número o identificación? La mochila de emergencia no sólo es una buena idea, sino también un concepto importante que debemos tener en listo todo el tiempo y si usted administra o tiene una empresa, debe tomar el tema muy en serio.

Los desastres naturales no sólo son huracanes y terremotos, también pueden ser sequías, contingencias ambientales, incendios o como lo vimos hace unos años: pandemias, pueden ser fallos eléctricos, ausencia de líneas telefónicas o carreteras u otros medios de comunicación, la pregunta ahora es ¿cómo seguiría operando usted, su familia y negocio – y sus empleados y sus familias- ante un desastre?

En este sentido un desastre es un Cisne Negro, usando el concepto de Nassim Taleb, es un evento que nadie ha visto o vivido, pero que puede suceder y sucederá en algún momento; así como la imagen a la que nos metimos al inicio de esta nota; pero lo importante no es vivir con miedo, sino prevenido, tener estrategias para cuando algo catastrófico suceda y esto no tiene que ver ni con atracción ni con pesimismos, sino con la inteligencia de saber qué hacer.

Me permito compartirle algunas ideas:

  • Tenga copias de todos los documentos importantes en la nube, si en su comunidad sucedió algo como en Acapulco, al moverse a otra zona, puede conectarse y reestablecer sus actividades. Si usted dirige o es dueño de una empresa, esta medida le puede garantizar reconectarse a la actividad más rápido que quien no lo hace.
  • Mantenga un fondo de contingencia en una cuenta de banco separada; de nuevo, si logra moverse y/o conectarse, tendrá acceso a esos recursos mientras se reestablece su fuente de ingresos.
  • Defina acciones usted, usted con su familia, usted con sus empleados; para mantenerse en contacto ¿A dónde ir? ¿A quién buscar? ¿Cómo dar señales de que están a salvo?

Si usted puede aportar más ideas escríbame será muy interesante saber qué aprendimos de Acapulco, construir juntos una estrategia de continuidad en la operación de familias, empresas y sociedades enteras, créame que es una tarea importante.

Mario Alberto Metacoach
@mhmetacoach

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