Conforme los días pasan, los daños causados por el huracán Otis, van mostrando más y más sus efectos, no sólo en el puerto de Acapulco, sino más allá; la lista de acciones pendientes crece y, a juzgar por la velocidad de respuesta del Gobierno vs la sociedad, aquel está siendo rebasado.
Para entender lo que pasa -no que pasó, porque lamentablemente aún no termina- debemos visualizar el problema en dos partes: la primera, la de la madrugada del miércoles 25 de octubre cuando el puerto de Acapulco fue devastado y la segunda parte, lo que siguió y que estamos viendo suceder.
Los impactos más allá del huracán
El puerto de Acapulco vive del turismo, eso lo sabemos todos, en este rubro se encuentran hoteles de 5 estrellas con habitaciones de hasta $2,000.00 usd la noche, hasta pequeños hoteles de habitaciones ínfimas, sin baño, con valor de $250.00 pesos la noche, en zonas inseguras y pobres; en este sector se encuentran desde chefs internacionales, personal certificado en atención a clientes, Project managers encargados de coordinar diversiones masivas, músicos, artistas y especialistas del sector turístico, hasta miles de personas que venden en la playa, desde frutas hasta “productos en plata”; están los centros de convenciones, espectáculos y centros nocturnos hasta las palapas modestas, lanchas y servicios de renta de salvavidas hechos con cámaras de llanta; conviven la diversión nocturna, acuática y la gastronomía más variada, hasta eventos como convenciones, excursiones, caravanas de familias que viajan en autobuses privados o en sus propios vehículos; actividades lícitas como éstas y comercio sexual -el comercio sexual infantil ha sido denunciado muchas veces por organismos internacionales lo mismo que la trata de personas para fines de turismo sexual) así como la venta y trasiego de drogas, indocumentados y armas; según el censo de 2020, la población en Acapulco de Juárez era de 779,566 habitantes (47.7% hombres y 52.3% mujeres) hoy podemos suponer que este número ronde los 800 mil habitantes.
Recientemente la CONCANACO de Guerreo, subdelegación Acapulco, ha declarado que el 80% de los negocios MiPymes en el puerto resultaron afectados en alguna medida, pero no sólo por el meteoro, sino también por la rapiña que le sigue -si, “sigue” no “siguió”; porque aún no termina- el robo pasó de los pocos comercios sobrevivientes, a lo que quedó de los hoteles y casas menos afectadas; incluso las habitadas como está sucediendo en las zonas altas del municipio y las alejadas del puerto, incluso a los transeúntes en sus vehículos los están asaltando; reina pues la anarquía.
¿Cuánto costará en tiempo y dinero recuperar la actividad en la zona? Nadie lo sabe en este momento, y muy probablemente en un buen periodo no se sabrá. En 1997 cuando el huracán Paulina azotó a Guerrero y Oaxaca, el presidente Zedillo enfrentó la reconstrucción que le llevó los restantes tres años de su sexenio y eso que no hubo la devastación tan profunda y grave como la de hoy. Fox, todavía entregó casas a los damnificados en su primer año de administración, pero claro eran los de “antes” y éstos, los de hoy, son “distintos”.
Se distinguen porque los tres niveles de gobierno son del mismo partido y la evidencia nos muestra que no se han podido coordinar ni para dar una cifra exacta de muertos ni de daños ni de acciones emprendidas.
Ninguno de los tres ha sacado a su aparato judicial a intentar poner orden, ni la Policía Municipal se ha hecho presente -se entiende que quizás está mermada por el mismo meteoro- pero la policía estatal tampoco se está presente ni la guardia nacional o el ejército han podido controlar los saqueos y vandalismo que ha precedido al evento.
“Éstos” son diferentes porque al contrario de los de “antes” no han permitido el libre flujo de ayuda que ha llovido, como es costumbre en estos casos, desde todos los rincones del país mediante la acción civil.
Permítame una nota: No es casualidad que el sismo de 1985 diera como resultado un impacto en las urnas tan contundente como en 1988, ni que el sismo de 2017 impulsara definitivamente el triunfo de AMLO en 2018; este evento podría desmoronar a la candidata sin presencia, gris y sumamente ligada al presidente; en los tres eventos que le menciono, el denominador común fue un gobierno mentiroso, incapaz y desordenado para enfrentar la crisis y una sociedad que respondió rápido, valiente y que al final de los eventos, dejó semillas de pequeños grupos que mantuvieron su presencia en la vida social y política del país. Fin de la nota.
¿Qué hay que hacer?
En el momento en que escribo estas notas, se habla en los pasillos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), de una reunión con empresarios, banqueros y especialistas para implementar un plan de acción para Acapulco, esto es una buena noticia, si se concreta; a mi juicio este plan deberá tener al menos cuatro directrices:
Reestablecer la seguridad en la zona y garantías para el libre ejercicio del tránsito y orden en el abasto y le pido, respetable lector, que no piense sólo en alimentos, sino también en materias primas, materiales de construcción, suministro desde materiales básicos de curación hasta resurtir de unidades en las agencias automotrices, por ejemplo.
En Acapulco, no hay nada, así de simple; pero no puede llegar nada, si no hay orden y autoridad en la zona, en el momento en que comiencen a haber arrestos, personas encarceladas por delitos y presencia real de la autoridad -del nivel que sea- en ese momento comenzará a verse la luz al final del túnel; mientras, cualquier esfuerzo es vano.
Otra nota: Y no, no es un tema de desigualdad como argumenta la presidenta municipal de Acapulco o algunos colegas economistas trasnochados; es más bien la ausencia de autoridad la que ha convertido a la zona en “tierra de nadie”, no digo que no haya gente que busque algo para comer o que originalmente así comenzaron los saqueos, pero de eso a robar casas abandonadas, usar armas de fuego y/o asaltar a las personas, hay gran diferencia. Fin de ésta otra nota.
Se requerirán estímulos fiscales. El gobierno deberá ceder algo y ojalá sea mucho para estimular el sector turístico que es de lo que depende el puerto, según el reporte del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) “Hablemos de ingresos en los estados” publicado en Marzo de 2021, el Estado de Guerreo aportaba 1,249 millones de pesos a la federación por concepto de recaudación, esto es casi el 12% de lo que aporta Nuevo León (10,579 mdp) y cerca del 2% de la recaudación de la CDMX (58,800 mdp) es cierto, Guerrero es un estado pobre, que aporta poco a la federación y que absorbe muchos de los gastos federales, pero no por eso debe dejarse a su suerte.
En el mismo reporte la recaudación por hospedaje en Guerrero (seguramente por Acapulco) se sitúa en el 7° lugar, por debajo de Quintana Roo, CDMX, Baja California Sur, Jalisco, Nayarit y Baja California.
Créditos blandos. Esta idea es muy simple y obvia, si no hay forma de producir y se deberá partir de menos cero, dado que hay hoteles que deberán tirarse y reconstruirse, lo mismo que escuelas, hospitales, casas, comercios y servicios incluso del propio gobierno; entonces el financiamiento deberá ser adecuado a este panorama, la voracidad de bancos y Gobierno deberá disminuir si de verdad se quiere levantar la zona de desastre y no, no es buena idea que la ayuda sea directa, de los apoyos que pudiera dar el Gobierno; porque esto fomenta la discresionalidad y en tiempos electorales, la tentación es grande.
Hay mucho que hacer en Acapulco que comienza a ser esa piedra, enorme piedra en el zapato de AMLO, ya empieza a dar muestras de estrés acusando a medios y sociedad en general por no callarse y difundir lo que está sucediendo, pero eso pasa porque acostumbrarse a poner la agenda, tapar los hechos con “otros datos” o mentir ante la evidencia.
Las olas del efecto del huracán seguirán y seguramente veremos más entre los escombros que dejó y que evidencian, una vez más, la incapacidad del Gobierno a todos sus niveles.
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