En México, la falta de agua es culpa de una “tormenta perfecta” que enfrenta su territorio. El rezago histórico de infraestructura hídrica, una agricultura no tecnificada, la falta de inversiones y los efectos del cambio climático son factores que han profundizado los efectos de la sequía.
“El tema en nuestro país es que tenemos muchos años de rezago en infraestructura, tenemos un modelo de gestión que no ha respondido a los retos que enfrentamos y lo que pasó con la pandemia es que se hizo visible, puesto que no es un tema nuevo”, asegura, en entrevista, Hugo Rojas Silva, director general de la Asociación Nacional de Entidades de Agua y Saneamiento (Aneas), organismo que agrupa a más de 500 operadores del líquido en el país, que prestan su servicio a más de 100 millones de mexicanos.
Europa vive elevadas temperaturas, pero el abasto de agua no es un asunto urgente en los países afectados, ya que se ha gestionado de mejor manera, en comparación con México u otras regiones. “Sabíamos que el futuro nos iba alcanzar y, finalmente, estamos viviendo esta situación que se ha presentado [la escasez de agua] en gran parte del país y en el mundo”, dice Hugo Rojas.
Los periodos de estiaje son recurrentes cada año en cualquier parte del planeta. Se trata de la época en que se deja de percibir lluvia en ciertas regiones, lo que impide regenerar o abastecer los pozos, pero su afectación resulta más visible por la falta de inversión en algunos países.
Monterrey, Nuevo León, ha llamado la atención de nuestra nación frente a la sequía que enfrenta. En México, un 75% del agua disponible la consume la agricultura; un 15% se destina al abastecimiento público; el 5%, a la industria; y el otro 5%, a la industria eléctrica, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
El economista mexicano, quien, desde hace casi una década, se ha involucrado en temas de agua y saneamiento, asegura que los organismos internacionales han compartido, desde principios de este siglo, que la inversión requerida en infraestructura hídrica va por el orden de 0.3% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.
“Se requerirían más de 80,000 millones de pesos (mdp) de inversión sostenida (a precios de 2022), pero es muy importante que sea sostenida durante los próximos 15 o 20 años, para resarcir todo el rezago de infraestructura”, explica el director de Aneas, quien da cuenta de una reducción presupuestal desde 2016, lo que se traduce en una inversión actual que no supera los 20,000 mdp.
Las inversiones deben encaminarse a fortalecer a los organismos operadores y su infraestructura, así como sus capacidades para que los recursos rindan frutos en el largo plazo, dice el especialista.
UN PARTEAGUAS PARA LA INDUSTRIA
Las empresas no se han visto ajenas a la falta de agua. El sector industrial ha buscado ceder el líquido de sus operaciones a la población, aunque también es importante que las empresas piensen en soluciones propias.
Con soluciones de reúso del agua, la industria sería capaz de ahorrar hasta un 70% del consumo de agua, si contaran con la infraestructura adecuada, tecnologías y un sistema eficaz, explica Juan Pablo Rodríguez, director comercial de Suez, firma internacional que ofrece soluciones en la gestión del agua desde su división de Suez Water.
El tratamiento de agua y su reúso en los procesos productivos es una de las soluciones por las que han optado algunas empresas y en donde Suez ve una oportunidad para atender los problemas actuales, para garantizar un mejor empleo del líquido.
Atender fugas, implementar plantas de tratamiento de agua, reúso y sistemas de desalación del agua son parte de las maneras existentes de reducir el estrés hídrico, como lo hacen España y Estados Unidos, dice Rodríguez.
Hugo Rojas, quien forma parte la plataforma de Aquatech México (que, en septiembre próximo, hablará sobre temas relacionados con el agua), espera que, en los meses por venir, la sociedad mexicana y el gobierno puedan contar con más certezas, ya que la falta de agua podría ser una bomba de tiempo que aún no estalla en otras regiones del país. Las urbes del norte y del centro de nuestra nación, como la Ciudad de México, se encuentran expuestas a repetir la historia que se vive en Monterrey, por el aumento del estrés hídrico.
Hoy, un 87.5% de la superficie del país sufre de algún grado de sequía, así como un déficit de lluvia del 23.3% respecto del promedio anual. “Cada año que no se invierte lo que se debe de invertir y se deja de hacer lo debido, el problema se complica, porque la infraestructura deja de tener utilidad y la problemática se agudiza […] Pero aún estamos a tiempo [de solventar la escasez hídrica]”, dice Hugo Rojas Silva.
Fuente: forbes