Tal vez alguien se haya preguntado alguna vez porqué los perros se muestran a menudo tan amigables con los seres humanos, tanto que incluso parece que nos presten gran atención. Para lograr llegar hasta el fondo de este asunto, el investigador Miho Nagasawa, de la Universidad de Azabu, en Japón, y su equipo han analizado las variaciones en cuatro genes de 624 perros para descubrir el motivo por el cual los canes han desarrollado esa sociabilidad. Para llevar a cabo la investigación, cuyos resultados se han publicado en la revista Nature Scientific Reports, los científicos escogieron cuatro genes: oxitocina (OT), receptor de oxitocina (OTR), receptor de melanocortina 2 (MC2R) y un gen llamado WBSCR17, todos ellos involucrados en el modo en que los perros reaccionan al estrés. «Se cree que las habilidades cognitivas sociales de los perros se adquirieron como un subproducto de las mutaciones de la respuesta al estrés», ha explicado Nagasawa.
Así, tras analizar los genes de los perros, los investigadores estudiaron su interacción con los humanos a través de la ejecución de dos tareas. En la primera, los perros tenían que decidir cuál de los cuencos que les presentaban los científicos tenía la comida escondida en función de ciertas señales, como miradas o golpecitos, realizadas por miembros del equipo. El objetivo era poner a prueba la comprensión de los animales hacia los gestos y la comunicación humanos. A continuación, los canes debían intentar abrir un recipiente para acceder a la comida que había en su interior, algo más complejo. Durante este proceso los investigadores midieron la frecuencia y el tiempo que los animales pasaban mirándolos, lo que podría ser indicativo de un posible apego. Los científicos registraron el comportamiento de los perros durante dos minutos, mientras medían la frecuencia y el tiempo que el can pasaba observándolos.
Un apego menor en los lobos
Para proceder al experimento, los perros fueron separados en dos grupos en función de su raza: uno de los grupos estaba formado por perros de razas genéticamente más cercanas al lobo, como el akita y el husky siberiano, y el otro incluía otras razas más alejadas del lobo. Los perros del primer grupo observaban menos a los humanos mientras llevaban a cabo la segunda tarea encomendada, la más difícil, lo que sugiere un apego menor, mientras que no hubo diferencias significativas relacionadas con la raza durante la ejecución de la primera tarea.
Para proceder al experimento, los perros fueron separados en dos grupos en función de su raza.
Nagasawa ha sugerido en su estudio que dos mutaciones en el gen del receptor de melanocortina 2 podrían haber contribuido a reducir el miedo y la agresividad en los perros, llevándolos a ser más atrevidos en sus acercamientos a las personas. Ese hecho les habría ayudado a interpretar mejor los gestos de los humanos para el desempeño de la primera tarea, así como haberles incitado a observar más a los investigadores en la segunda. «Creemos que comprender a los animales que pueden coexistir con los humanos proporcionará pistas para que estos coexistan con animales de otras especies», concluye el investigadorm japonés.
Fuente: National Geographic