“Parece que recojo cosas sucias y me las como, aunque mis recuerdos de estos malos momentos son vagos”, escribió Vincent van Gogh a su hermano menor, Theo, en alguna de las miles de cartas que le envió por correo. Así como muchos de estos documentos, el fragmento se conservó en los registros del museo en Ámsterdam dedicado a la vida y obra del artista impresionista.
Algunas publicaciones dudosas en redes sociales se viralizaron, asumiendo que el pintor se comía la pintura amarilla para sentirse más feliz. O lo que es peor: en un intento de combatir su depresión severa. El mito viene de dos documentos mal interpretados al respecto. Esto es lo que sabemos.
¿Qué problemas mentales tenía Vincent van Gogh?
De acuerdo con un artículo publicado en la Revista Cubana de Medicina General Integral, el artista impresionista mostró síntomas de varios padecimientos mentales. Más allá de sus testimonios escritos a mano en las cartas que enviaba a su hermano, Theo van Gogh, se tiene registro de al menos 4 trastornos que alteraron su salud mental a lo largo de su vida:
“Se ha planteado que Van Gogh presentaba varios problemas psiquiátricos: trastornos de la personalidad, trastorno bipolar con episodios de depresión e hipomanía, epilepsia y también esquizofrenia paranoica”, escriben los autores para SciELO.
Por esta razón, además, se han corrido mitos con respecto a hábitos extraños que tenía. Si bien es cierto que nunca fue muy versado en sus relaciones personales, y que nunca pudo mantener una pareja amorosa estable, no se tiene registro realmente de que Van Gogh se comía la pintura amarilla para ser feliz.
El origen de esta creencia errónea viene de una carta que escribió a su hermano menor alguna vez, en la que expresaba su placer al pintar con tonalidades cálidas. Naranja, dorado y amarillo estaban entre sus colores favoritos para delinear paisajes y facciones de personas. Especialmente, en los periodos más alegres de su vida.
Vincent van Gogh no se comía la pintura amarilla
Con el torrente aparentemente infinito de información que corre en las redes sociales, muchas verdades se toman a medias. O lo que es más: se interpreta el lenguaje figurado como literal. Según reporta la AFP, en 2015 se registraron más de 120 mil publicaciones en redes sociales que afirmaban que, efectivamente, Vincent Van Gogh se comía la pintura amarilla.
Sin embargo, al medio le preocupaba especialmente una publicación en Facebook, Instagram y Twitter en la que se asumía que, porque el pintor era usuario de drogas, también gustaba de consumir óleos recién comprados. Lo que es más: que lo hacía para combatir su depresión y sentirse más feliz.
“La publicación compara este supuesto hábito del pintor con el gusto generalizado por el alcohol, el tabaco o las drogas, e incluso con las relaciones de pareja”, explica la agencia noticiosa.
El texto se hizo viral, haciendo creer a cientos de miles de personas que Van Gogh se comía la pintura amarilla para estar bien. Sin embargo, así como aclaró el Museo Van Gogh en Ámsterdam, éste nunca fue el caso: “Van Gogh nunca comió pintura (amarilla) para estar más alegre, todo lo contrario”.
Una intención suicida
Lo que es más, su médico personal anotó en su historial clínico que Van Gogh quería comerse la pintura y tomar aguarrás para quitarse la vida más rápido. Esto sucedió en sus peores episodios de bipolaridad. Por lo cual, es poco probable que el pintor impresionista quisiera si quiera comerse sus tubos de óleo para sentirse mejor. Más bien, como apunta el museo que hoy lleva su nombre, la intención era exactamente la contraria.
Como otros de sus colegas impresionistas, Van Gogh encontraba inspiración en la naturaleza. El campo abierto, los paisajes citadinos silenciosos y las nubes eran motivo suficiente para que el artista se sentara a pintar por horas. Observar a las personas que le interesaban —su familia, sus amantes, sus modelos a seguir— también lo eran. Ciertamente, comer pintura amarilla podría quedar descartado como motivo para invocar a las musas.
Fuente: Muy Interesante