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Quino por él mismo

En 2014 se celebraron 50 años de Mafalda. Gracias a la editorial Random House (Diego Mejía), se tuvo una videollamada con el mismísimo Quino.

En 2014 se celebraron los 50 años de Mafalda y, por medio de la editorial Random House (gracias a su editor Diego Mejía), se convocó a una videoconferencia con  Joaquín Salvador Lavado Tejón (1932-2020), mejor conocido como Quino. 

He aquí la transcripción de esa conversación a distancia desde Argentina en la que comentó en quiénes estuvieron inspirados algunos de sus personajes, de dónde surgieron las ideas políticas de Mafalda y qué diría del mundo actual, entre otras curiosidades: 

–¿Cómo hace Mafalda para “madurar” sin dejar de ser niña?

Quino: Jamás me habían preguntado algo así… Los niños de ahora están muy informados de todo lo que pasa y pueden tener un desarrollo mental mucho más parecido al de los adultos. Cuando yo hacía Mafalda, hace 50 años, tenía cerca de mí a 5 o 6 niños, y hablando con ellos o escuchando cómo hablaban entre ellos, yo podía reproducir su lenguaje y saber qué pensaban. Hace mucho que no estoy cerca de niños de esa edad, por eso ya no puedo saber cuál es el grado de madurez de los niños actuales. 

–¿Mafalda es feliz o amargada?

–De repente amargada porque las ideas que ella dice son las mías y no soy feliz viendo cuanto pasa en el mundo. Eso de que sigan ejecutando gente a pedradas me parece una barbaridad. Yo soy bastante amargado y le transmití a mi personaje lo que siento. Seguimos destruyendo el planeta a pesar de que nos advierten: en pocos años se va a terminar el agua, el petróleo, los recursos naturales… Me preocupa mucho el futuro de la humanidad, cosa que no debería, porque a mí no me restan muchos años para pensar en eso. 

–¿Cómo le gustaría que se recordara a Mafalda?

Quino: Como una historieta que dejó algo en su época. A mí me sigue sorprendiendo cómo la gente me da “las gracias por todo lo que les he dado…”. Y yo no sé muy bien qué les he dado. Sé que hice algo que ha tenido mucha repercusión, pero no estoy muy consciente de lo que hice. 

–¿Qué le responde a quienes le han pedido publicar de nuevo a Mafalda?

Quino: Que no. Mafalda tuvo su época; no irrepetible, porque seguimos repitiendo las mismas tonterías de entonces. Es curiosa esta época, porque no queremos despojarnos de cosas que ya tuvieron su tiempo: ahí están los grupos de rock “viejitos”, que siguen vigentes entre la juventud. Por eso entiendo que Mafalda siga “de moda”.

–¿Mafalda opacó el resto de su trabajo o de sus otros personajes?

Quino: No. Son cosas diferentes. Pero sí me llama mucho la atención que la gente siempre me hable mucho de Mafalda y muy poco del resto de los libros de humor. Mafalda es un personaje que publiqué durante casi 10 años. Es natural que la gente tenga más presente algo así a diferencia de las páginas de humor que aparecen de forma aleatoria sin un personaje definido. Es lo que pasa un poco con las piezas musicales. Supongo que Beethoven jamás se imaginó que su “Para Elisa” terminaría como tono de llamada de los teléfonos. En cambio sus sinfonías son más célebres; con unas cuantas notas las reconoces. 

–¿Qué opina de los nuevos caricaturistas?

Quino: En Argentina hay uno que se llama Gaturro que es mucho más popular que Mafalda. Cuando yo era joven, a la Argentina llegaban revistas venezolanas, peruanas, mexicanas…, de todo tipo de caricaturistas. Eso ya no existe. No sé qué hagan ni cuáles sean los nuevos caricaturistas en otros países. Si no es por Internet, en América Latina estamos muy poco informados de lo que pasa en el resto del mundo. Nos falta mucha información de nosotros mismos. Prueba de ello es que yo leo a diario La Nación y El País, y hay noticias que, si no las leo por medio del diario de Madrid, ni por enterado que sucedieron en Argentina. Supongo que en México ese fenómeno se reproduce también: tienes que leer diarios de otros países para saber qué pasó en el tuyo. 

–¿Cuál es la relación que mantiene usted con sus personajes?

Quino: Creo que he mantenido una temática que nunca pasa de moda: las relaciones familiares. Son emociones que permanecen en la humanidad. Cuando me pidieron que hiciera a Mafalda, porque no fue una idea propia, fue un encargo; me pidieron que hiciera algo parecido a Charlie Brown, pues eso había revolucionado las historietas: se trataba de una banda de niños que sólo convivían entre ellos, sin adultos. Y eso me influyó muchísimo, pues Mafalda nunca está de acuerdo con sus padres, sin dejar de quererse mucho… Como son las relaciones humanas: en los matrimonios, en el trabajo. Ahora los dibujantes, al menos acá en la Argentina, han tomado una temática sobre un mundo que no existe más que un círculo muy pequeño. Es curioso cómo tratamos ahora de evadir la realidad. 

–¿Mafalda ya toma sopa?

Quino: Siempre se la ha tomado. Cualquier cosa que debes hacer por obligación, la odias, así sea la sopa, un libro, la escuela… En México tienen la fortuna de que hay muy buenas sopas. Ojalá nosotros tuviéramos epazote, por ejemplo. Mafalda estaría entusiasmadísima si su sopa tuviera epazote. 

–¿Extraña dibujar a Mafalda?

Quino: Extraño dibujar cualquier cosa. Ir al cine y no poder ver bien. Los años traen estos inconvenientes. 

–¿Ha pensado en hacer una secuela de los hijos o los nietos de Mafalda?

Quino: No. Como he dicho antes, pude escribir sobre niños cuando tenía sobrinos pequeños. Hoy esos sobrinos tienen más de 50 años. No tengo idea de cómo piensen o hablen hoy los chicos. Me sería muy difícil. 

–¿De dónde vinieron las ideas políticas de Mafalda?

Quino: De mi propia familia. Eran republicanos españoles, mi abuelo era comunista, mi padre no; entonces había mucha discusión política cada que nos reuníamos. De niño me tocó ver las secuelas de la Guerra Civil Española, luego enterarme de la Segunda Guerra Mundial, las guerras en Corea, Vietnam… Aunque yo crecí en una provincia argentina en frontera con Chile, mientras no fui a la escuela en mi casa yo crecí rodeado de españoles, libaneses, italianos… todos inmigrantes y eso, por consecuencia, te da una visión más amplia del mundo. Por eso puedo escuchar un tango sin que me salgan lágrimas y puedo no comer carne durante más de dos semanas sin desintegrarme.

–¿Cómo ve el paso generacional de que los niños de ahora sigan leyendo Mafalda?

Quino: Ese paso generacional es inducido por los adultos. No creo que los chicos vayan y compren Mafalda de motu proprio. En su familia alguien la lee o alguien supone que puede ser una “lectura inteligente” para ellos y se las da.. No es una cosa espontánea. Es algo inducido por los adultos. Supongo. Nunca pensé que los chicos de ahora se interesaran por Mafalda. Pensé que, al ver que en la historieta no hay computadoras ni telefonitos móviles ni estas cosas de ahora, iban a perder interés en el personaje y que éste desaparecería de forma natural. Me sorprende que cada vez tenga más vigencia. Me sorprende y me deprime un poco también, porque eso quiere decir que no han mejorado las cosas. 

–¿Qué diría Mafalda de lo que pasa ahora?

Quino: Lo mismo que dijo hace 30 o 40 años, porque los problemas siguen siendo iguales. Es más, hoy hay más gente pobre y con más hambre en el mundo que en la época de Mafalda. 

–¿Qué opina usted de la situación política en México?

Quino: Veo que desde hace mucho la situación es bastante difícil. Esta desaparición de estudiantes me parece una cosa aberrante. México siempre ha tenido fama de ser un país muy violento, a pesar de las campañas de desarme. Me he enterado de que uno va conduciendo tranquilo, discutes por algo con el del auto de enfrente y ese conductor sale y te amenaza con una pistola. Acá es muy común escuchar eso de: “–¿Cómo te llamas? –Fulano. –[Pum] Pues te llamabas”. La relación de México con la muerte es una cosa que a nosotros, en esta parte de América, no deja de llamarnos la atención. Acá evadimos hablar de la muerte y, en México, te das cuenta que tienen un Día de los Muertos en el que te regalan una calavera de dulce con tu nombre… y esperan que te la comas; eso me ha llamado mucho la atención. Tienen una relación muy distinta. Lo preocupante, no sólo en México, es el aumento del narcotráfico. Es alarmante. Ahora en Argentina también. Una vez que el narco se mete en la sociedad, terminar con él es imposible, pues quienes deberían detenerlo están metidos ahí. Una situación muy difícil, no sólo para los mexicanos, sino global. 

–Algunos maestros, para que los niños entiendan mejor cómo fue la Guerra Fría, les dejan de tarea leer a Mafalda. ¿qué opina usted de eso? 

Quino: El otro día un periodista radial me preguntó cómo veía el mundo ahora que ya no existe la Guerra Fría. Y yo le respondí sorprendido: “¿Y eso que ocurre ahora mismo en Ucrania, qué es?” Y la guerra que se ha desatado con el Estado Islámico (ISIS) es una guerra abierta, una de las más cruentas. Estamos en una situación muy difícil. Estamos a nada de una Tercera Guerra Mundial. No hay que ser pesimista, pero siempre hay que estar enterado de lo que pueda ocurrir. 

–¿Aceptaría una nueva película de Mafalda? ¿Bajo qué términos? ¿Basada en las historias que ya conocemos, en otras nuevas?

Quino: No lo aceptaría. Después de las experiencias que tuve con lo que se hizo en Argentina, en los años 70, que no me gustó nada: no me gustaron las voces, ni la ambientación que le dieron, nada. Luego lo que se hizo en Cuba me pareció mucho mejor, pero tuvo el inconveniente de que no pusieron exactamente las cosas que decía Mafalda… entonces eso no era Mafalda.

–Mafalda en Cuba jamás fue bien vista por el régimen. Sus libros circulaban de una forma clandestina. 

Quino: No sé si el régimen fuera tan reacio. Estuve un par de veces con Fidel y una vez me animé a preguntarle, luego de tomarme tres o cuatro mojitos, para agarrar valor, si era cierto eso de que con él no se podían hacer chistes. Fidel me puso un dedo en el pecho y me dijo: “Tú haz los chistes que quieras conmigo, siempre y cuando no sean contra la Revolución”. El problema es establecer dónde empieza o dónde termina la revolución. Al menos conmigo los cubanos siempre fueron muy cordiales. Justo ahora Casa de las Américas está por publicar una edición especial por los 50 años de Mafalda. Estamos contentos con eso. 

–Si en algún momento Mafalda pudiera llegar a un cargo de poder como la presidencia de la ONU, ¿qué haría o diría ella?

Quino: Bueno, ¿cargo de poder? Dudo que ser presidente de la ONU tenga poder alguno. En alguna época fue una responsabilidad enorme, pero luego pasó lo mismo que los diversos llamados que han hecho todos los Papas a la paz mundial: la paz siempre les daba ocupado. Con la ONU pasa un poco lo mismo. No tiene relevancia política para los que tienen el poder. Creo que son los bancos, el dinero, quienes en verdad mandan.

–¿En privado ha vuelto a dibujar a Mafalda?

Quino: La tengo que dibujar porque siempre me la están pidiendo como si fueran autógrafos: “Póngame un dibujito aquí”. Uno no puede ser tan antipático ni negarse a eso. Menos a los niños. Lo que me resulta difícil es dibujar al personaje sin que diga algo politizado. Y últimamente, dibujar, a secas. 

–¿Algunos de sus personajes estuvieron inspirados en personas cercanas?

Quino: Sí, tres. Guille, que es un sobrinito mío. Tenía dos años cuando lo empecé a dibujar. Hoy tiene 51 años y es flautista de la Orquesta de la Universidad de Chile. Otro es don Manolo, que era el padre de un amigo mío, un panadero. Mi amigo quería ser periodista, pero su padre quería que se dedicara al negocio familiar; después de una pelea muy fuerte con su padre se vino a vivir a una pensión donde yo me encontraba y nos hicimos amiguísimos; luego fue periodista de una revista llamada Mercado; durante la dictadura militar desapareció y nunca se supo más nada de él. Y otro es Jorge Timossi; en él me inspiré para hacer al Felipe físicamente: por su cara alargada, los dientitos… Cuando triunfó la Revolución Cubana, este amigo se fue a vivir allá, adquirió la nacionalidad y fue uno de los fundadores de Prensa Latina; era un poeta excelente; ilustré dos libros suyos. 

Los demás personajes fueron saliendo por simple ocio. Las primeras tiras de Mafalda sólo era ella con sus papás, quien les comentaba algo que había visto en el periódico o escuchado en la radio… Y a la pregunta número 40 de ese tipo me dije: “Hay que cambiar de personajes”. Y así fueron surgiendo los demás, para no aburrirme. 

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