En la década de 1980, Rafael Caro Quintero —hoy reaprehendido tras conseguir su libertad en 2013—, Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca formaron el Cártel de Guadalajara, la primera organización criminal mexicana dedicada exclusivamente al narcotráfico. Por años, el grupo centralizó el envío de toneladas de opio, marihuana y cocaína a Estados Unidos en alianza con los poderosos cárteles colombianos.
A fines de 1984, el gobierno mexicano y la DEA lanzaron una ofensiva contra el narco. Una de las primeras acciones fue el asalto a “El búfalo”, un rancho de Caro ubicado en el estado norteño Chihuahua. La operación dejó la mayor destrucción de marihuana hasta ese entonces en el país: 8,000 toneladas.
Dentro de la finca, de unas 1,000 hectáreas de extensión, trabajaban cerca de 10,000 jornaleros, algunos de ellos, agentes infiltrados de la DEA. En febrero de 1985, Félix Gallardo ordenó el secuestro de uno de ellos: “Kiki” Camarena, un mexicano nacionalizado estadounidense.
Camarena y el piloto mexicano Alfredo Zavala, también infiltrado en el cártel, fueron secuestrados en Guadalajara y, más tarde, torturados y asesinados. Su muerte causó una crisis diplomática entre México y Estados Unidos.
Caro Quintero huyó a Costa Rica, donde fue capturado en septiembre de 1985 junto con Sara Cosío, su pareja de entonces e hija de un político local. Horas después, el delincuente fue extraditado a México, donde fue sentenciado a fines de 1989 a 40 años de cárcel. Años después, el capo narco negó haber asesinado a Camarena en una entrevista con la revista mexicana Proceso.
Al momento de su arresto, Caro Quintero tenía 32 años de edad, decenas de casas, discotecas, agencias de automóviles y hoteles, según los medios de la época. Casi 30 años después de su encierro, en agosto de 2013, el hombre, nacido en Badiraguato -ciudad natal del apresado narco Joaquín “El Chapo” Guzmán- obtuvo su libertad por un error en su juicio.
A principios de 2015 nuevamente fue acusado del homicidio de Camarena por un tribunal federal y se emitió una nueva orden de aprehensión en su contra.
Desde entonces, se encontraba prófugo de la justicia y algunos analistas aseguraban que había vuelto al negocio de las drogas, a pesar de que le dijo a Proceso: “Ya no soy narco (…) quiero vivir en paz”.
Fuente: Reuters