Esta nota no es sobre economía, compliance o política, es una nota para usted amable lector, que me acompaña cada semana.
Independientemente de sus creencias o motivaciones, la palabra “Navidad” viene del latín tardío nativitas, -atis, que significa «nacimiento», derivado del verbo nascor («nacer»), conectada a una raíz indoeuropea (gen-) que significa «dar a luz».
A últimas fechas vemos a estos días como asueto, reuniones y festejos; pero la idea original es conmemorar el nacimiento de Jesús, quien luego en semana santa se convertirá en Cristo.
Como dije, independientemente de lo que usted crea, lo invito a pensar por un momento en la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Será que necesitemos un poco de esperanza?
No hay nada más débil, frágil, indefenso que un niño, de modo que un nacimiento es un placer para los padres que lo desean y aman, pero un reto por los cuidados y atenciones que deben tener; cuando Isaías habla de Jesús se refiere a él de la siguiente manera: «Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros y se le darán estos nombres: Consejero Admirable, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Disculpe si sueno impositivo ¡Vaya forma de referirse a un recién nacido!
Esta noche entre festejos, abrazos y -espero que muchos- regalos, lo invito a pensar por un instante de nuevo la pregunta: ¿Será que necesitemos un poco de esperanza? Acompáñeme con la imaginación ¿Y qué tal que la esperanza viniera en forma de un niño? un recién nacido, un ser cuya fragilidad dependa de usted para crecer y madurar, si tiene hijos me comprenderá.
Necesitamos un poco -algunos de nosotros mucha- esperanza, la realidad es apabulladoramente negativa, abrumadoramente dura y terroríficamente amenazante; me gustaría decirle que vienen tiempos mejores, pero las evidencias no me permiten hacerlo sin sonar ingenuo. Necesitamos esperanza, tan risueña, locuaz y fresca como un niño.
Imagine por un instante que “nos nace un niño” en el corazón, en el ánimo, en la mente, en las ganas de hacer algo que transforme nuestra realidad y convoque a lo mejor de nosotros, para crecer juntos por lo que nos resta de vida.
Jesús ha sido un personaje central para el mundo entero, independiente mente de que éste lo reconozca o no como deidad, eso lo dejaré para otra discusión; el tema es que Jesús es un parteaguas incluso del tiempo, esta noche recordaremos que vino como la gran esperanza, como “Consejero admirable” a quien le podemos preguntar “¿Y tú qué harías en este caso?”, me gusta esa idea…
Sin duda, ver a la familia reunida es un gran regalo, estar juntos y sanos, es aún más grato; pero reunirnos convocados con la esperanza de provocar un mejor tiempo es, sin duda, un regalo exclusivo.
A donde se encuentre le deseo a usted y su familia; un momento de paz, reflexión y amor, si amor -otro bien, escaso en estos tiempos- ese amor desinteresado, real, potente y abrumadoramente satisfactorio, como el de un niño recién nacido.
Feliz Navidad.
