Si estornudas esta primavera, no estás solo. Cada año, las plantas liberan miles de millones de granos de polen al aire, partículas de material reproductivo masculino que muchos de nosotros solo percibimos cuando nos lloran los ojos y nos moquea la nariz.
Sin embargo, los granos de polen son mucho más que alérgenos: son cápsulas del tiempo de la naturaleza que preservan pistas sobre los entornos pasados de la Tierra durante millones de años.
La resistente capa exterior del polen le permite sobrevivir mucho después de que sus plantas progenitoras hayan desaparecido. Cuando los granos de polen quedan atrapados en los sedimentos del fondo de lagos, océanos y lechos de ríos, el polen fósil puede proporcionar a los científicos una historia única de los entornos en los que nacieron esas plantas productoras de polen.
Los tipos y cantidades de polen que se encuentran en un yacimiento ayudan a los investigadores a reconstruir bosques antiguos, rastrear los cambios en el nivel del mar e identificar las huellas de eventos significativos, como impactos de asteroides o el colapso de civilizaciones.
Un equipo de palinólogos, estudiaron estos antiguos fósiles de polen en todo el mundo. Aquí hay algunos ejemplos de lo que se puede aprender de estos granos de polen microscópicos:
Misuri: El polen y el asteroide
Se cree que cuando un asteroide impactó la Tierra hace unos 66 millones de años, el que se atribuye la extinción de los dinosaurios, provocó un maremoto que impactó contra Norteamérica.
Los fósiles marinos y fragmentos de roca encontrados en el sureste de Misuri parecen haber sido depositados allí por una ola masiva generada por el impacto del asteroide en lo que hoy es la península de Yucatán, en México.
Entre las rocas y los fósiles marinos, los científicos encontraron polen fosilizado del Cretácico Superior y el Paleoceno Inferior que refleja cambios en los ecosistemas circundantes. El polen revela cómo los ecosistemas se vieron alterados instantáneamente en el momento del impacto del asteroide, antes de recuperarse gradualmente a lo largo de cientos o miles de años.
El polen de gimnospermas, como los pinos, así como el de helechos y plantas con flores, como gramíneas, hierbas aromáticas y palmeras, registra un patrón claro: parte del polen forestal desapareció tras el impacto, lo que sugiere que la vegetación de la región cambió. Posteriormente, el polen comenzó a resurgir lentamente a medida que el entorno se estabilizaba.
Costa del Golfo de México: polen de secuoya y aumento del nivel del mar
Los granos de polen fosilizados también ayudaron a los científicos a rastrear cambios más lentos, pero igualmente drásticos, a lo largo de los estados de Misisipi y Alabama, en la costa este del Golfo de México.
Durante el Oligoceno Temprano, hace entre 33.9 y 28 millones de años, el nivel del mar subió e inundó los bosques bajos de coníferas de la región. Los investigadores identificaron un cambio distintivo en el polen liberado por árboles tipo secuoya, coníferas gigantes que antaño dominaban las llanuras costeras.
Los científicos pudieron utilizar estos registros de polen para reconstruir la distancia a la costa tierra adentro, rastreando la proporción de granos de polen en el registro geológico con respecto al surgimiento de microfósiles marinos.
La evidencia muestra cómo el mar inundó ecosistemas terrestres a cientos de kilómetros de la costa actual. El polen es un marcador biológico y un rastreador geográfico de este antiguo cambio.
Australia Occidental: De los pantanos a la salinidad
En Australia Occidental, los núcleos de sedimentos de los lechos del lago Aerodrome, el lago Gastropod y el lago Prado revelan cómo la sequía a largo plazo puede cambiar la ecología de una región.
Durante el Eoceno, un período comprendido entre hace unos 55.8 y 33.9 millones de años, frondosos bosques pantanosos rodeaban lagos de agua dulce. Esto se refleja en la abundancia de polen de árboles tropicales, arbustos amantes de la humedad y esporas de helechos de la época. Sin embargo, la vegetación cambió drásticamente a medida que la placa tectónica australiana se desplazó hacia el norte y el clima se volvió más árido.
Las capas superiores de los núcleos de sedimentos, que capturan datos más recientes, contienen polen principalmente de plantas polinizadas por el viento y tolerantes a la sal y la sequía, lo que evidencia la evolución de la vegetación bajo un creciente estrés ambiental.
La presencia de Dunaliella, un alga verde que prospera en aguas muy saladas, junto con el escaso polen de plantas que podrían sobrevivir en ambientes secos, confirma que los lagos que alguna vez albergaron bosques se volvieron altamente salinos.
Guatemala: Historia maya y recuperación forestal
Más cerca de los trópicos, el lago Izabal en Guatemala ofrece un archivo más reciente que abarca los últimos 1,300 años. Este registro de sedimentos refleja tanto la variación climática natural como el profundo impacto del uso humano de la tierra, especialmente durante el auge y la caída de la civilización maya.
Hace entre 1,125 y 1,200 años, el polen de cultivos como el maíz y las hierbas oportunistas aumentó, al mismo tiempo que el polen de los árboles disminuyó, lo que refleja una deforestación generalizada. Los registros históricos muestran que los centros políticos de la región colapsaron poco después.
Solo después de que la presión demográfica disminuyó, el bosque comenzó a recuperarse. El polen de árboles tropicales de madera dura aumentó, lo que indica que la vegetación se recuperó incluso con la disminución de las precipitaciones durante la Pequeña Edad de Hielo, entre los siglos XIV y mediados del XIX.
El polen fósil muestra cómo las sociedades antiguas transformaron sus paisajes y cómo respondieron los ecosistemas, aportando más evidencia y explicaciones para otros relatos históricos.
El polen moderno también cuenta una historia
Estos estudios se basaron en el análisis de los granos de polen fósil según su forma, características superficiales y estructura de las paredes. Al contar los granos (de cientos a miles por muestra), los científicos pueden construir imágenes estadísticas de la vegetación antigua, las especies presentes, su abundancia y cómo la composición de cada una varió con el clima, los cambios en el nivel del mar o la actividad humana.
Por eso, el polen moderno también cuenta una historia. A medida que el clima actual se calienta, el comportamiento de las plantas productoras de polen está cambiando. En regiones templadas como Estados Unidos, las temporadas de polen comienzan antes y duran más debido al aumento de las temperaturas y al dióxido de carbono en la atmósfera proveniente de vehículos, fábricas y otras actividades humanas.
Todo esto queda registrado en el registro de polen fósil en las capas de sedimentos del fondo de lagos de todo el mundo.
Así que, la próxima vez que sufra de alergias, recuerde que los diminutos granos que flotan en el aire son cápsulas del tiempo biológicas que algún día podrían informar a los futuros habitantes sobre los cambios ambientales de la Tierra.
*Francisca Oboh Ikuenobe es Profesor de Geología y Geofísica en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Missouri; Linus Víctor Anyanna es Asistente de investigación de posgrado en geología, Universidad de Ciencia y Tecnología de Missouri.
Fuente: forbes
