El día hoy el INEGI publica la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) y el cuadro que nos muestra en la portada del reporte correspondiente a los datos recabados al mes de septiembre (el siguiente reporte correspondiente al mes de octubre se publicará el 28 de noviembre), es muy simple de interpretar:
Somos 62.1 millones de personas en edad y capacidad de trabajar, lo que se define como la Población Económicamente Activa (PEA) más o menos la mitad de la población en el país; cabe señalar que en 2006, se hablaba del “bono demográfico”.
El «bono demográfico» es una fase en el desarrollo de una población donde la proporción de personas en edad de trabajar (potencialmente productivas) es mayor que la de personas dependientes (niños y adultos mayores). Esto genera una ventana de oportunidad para el crecimiento económico porque hay más trabajadores disponibles para la fuerza laboral, pero requiere inversiones en capital humano (educación y salud) y oportunidades de empleo para que esta oportunidad se materialice.
Se produce cuando la población en edad de trabajar (generalmente entre 15 y 64 años) supera a la población que no está en edad de trabajar.
Se traduce en que un aumento en la fuerza laboral puede impulsar el crecimiento económico, siempre y cuando se creen las condiciones adecuadas para que este grupo de trabajadores sea productivo, además si el empleo es formal hay colaterales positivos para los trabajadores.Por ello para que el país se beneficie de esta etapa, se necesita invertir en educación (que haga más hábil a la mano de obra), salud (que permita que las personas tengan mejor calidad de vida y permanezcan disponibles para laborar) al mismo tiempo que permitir la creación de empleos y esto sólo se logra incentivando que haya más empresas formales.
Debemos recordar que la “ventana de oportunidad” no dura para siempre y puede cerrarse si no se aprovecha adecuadamente, especialmente con el envejecimiento de la población y éste indicador nos muestra que esta sucediendo.
México tuvo su máximo «bono demográfico» durante el período que abarcó aproximadamente desde finales del siglo XX hasta principios de la década de 2020, cuando la proporción de población en edad productiva (15-64 años) fue significativamente mayor que la de población dependiente (menor de 15 años y mayor de 65). Este fenómeno se tradujo en una disminución de la tasa de dependencia, pasando de 108.1 en 1970 a 67.7 en el año 2000, y a 60.7 en 2015. Se estima que la relación de dependientes por cada 100 personas en edad de trabajar (dependientes/productivos) bajó a alrededor de 50 en 2023, aunque se proyecta que vuelva a subir a partir de 2030 debido al envejecimiento de la población.
El reporte del INEGI nos muestra cuatro indicadores que deberían ser parte de la política económica de promoción y corrección de las prácticas actuales, sobre todo en el sentido de generar empleos formales vía la creación de empresas o que las empresas actuales desarrollen nuevos empleos.
Según el reporte el primer indicador de los que hace mención es la Tasa de Participación Económica la cual se sitúa en 59.6% de la PEA, esto es que más de la mitad de las personas tiene o busca empleo formal; en septiembre de 2024 era de 60.0% y en 2025 se reduce cuatro décimas, tome en cuenta que una décima puede significar miles de personas.
Otro indicador al que hay que tener en la mira en este reporte y los subsecuentes es el de tasa de desocupación que alcanzó el 3.0%, mayor que el mismo periodo del año pasado 2.9% y esto lo que nos indica, es la velocidad a la que va aumentado el desempleo. De nuevo, hablamos del indicador formal, el empleo con prestaciones y nos muestra, de alguna manera, la dinámica de la actividad económica, si aumenta el desempleo la actividad se va frenando.
El tercer indicador es la tasa de subocupación que se sitúa en 7.3% casi un punto porcentual debajo del mismo mes en 2024; lo que este indicador nos muestra es el porcentaje de personas que, teniendo un empleo, buscan aumentar sus horas laboradas ya sea en la misma empresa o en otra actividad para complementar sus ingresos. En este punto es importante reconocer que la estructura de contratación actual en México no permite tener dos empleos formales, la ley no lo prevé y el propio Seguro Social solamente reconoce un patrón. Este es un tema relevante si en algún momento jornada laboral pasa a menos de las 48 hrs. de hoy ya que habrá mucha gente que con un horario reducido, siendo joven y con deseos de crecer; busque empleos complementarios o actividades extra, pero dado el marco legal vigente, sólo encontrará estas opciones en la informalidad.
Finalmente, el cuarto indicador es el de la tasa de informalidad que es del 54.9% este indicador aumentó con respecto a septiembre de 2024 en donde fue del 54.2% lo que significa que aproximadamente 33.1 millones de personas laboran en la informalidad, 900 mil personas más que en el mes de agosto; es decir, trabajan pero sin prestaciones, si usted ha notado que alguien vende cosas, ofrece servicios y lo hace por su cuenta o en un empleo sin prestaciones, pertenece a esta estadística.
En síntesis, no podemos decir que los números sean halagüeños, sino más bien que la economía formal se está enfriando, es importante comprender que por cada nuevo empleo informal en el que dure una persona joven y con capacidades para trabajar durante un largo periodo; menos semanas cotiza, corre más riesgos ante enfermedades y/o accidentes en el presente y hacia el futuro tiene menos posibilidades para una vejez digna y por otro lado, que entre más empleos formales veamos, mejor irá la economía.
Recuerde esto al escuchar a los candidatos en las campañas o ¿usted qué opina?
Nos leemos la siguiente semana.






















































