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Tamara Klink hace historia al convertirse en la primera latinoamericana en cruzar en solitario el peligroso Paso del Noroeste en el Ártico

La navegante brasileña es la mujer más joven (y primera latina) del mundo en cruzar la ruta que de Groenlandia a Alaska.

La navegante Tamara Klink se desafió a sí misma una vez más en una nuevatravesía que completó el 21 de septiembre de 2025a los 28 años, realizó la travesía en solitario del Paso del Noroeste del Ártico (desde Groenlandia hasta Alaska, en Estados Unidos), navegando 6500 km en una ruta que une los océanos Atlántico y Pacífico a través del Ártico. De este modo, se convirtió en la primera mujer latinoamericana y la más joven del mundo en realizar este viaje en solitario.

Nacida en la ciudad de São Paulo, Brasil, y licenciada en arquitectura naval por la Escuela Nacional Superior de Arquitectura de Nantes, en Francia, es lejos de los edificios de la metrópoli natal donde la brasileña encuentra su esencia, su propósito y su libertad: navegando en el océano.

Tamara ya ha realizado otras expediciones en solitario en lugares muy desafiantes. Su primera travesía fue a bordo de su pequeño velero, el “Sardinha”, entre 2020 y 2021, cuando cruzó el océano Atlántico en solitario navegando desde Noruega hasta Brasil, siendo también en esta ocasión la latinoamericana más joven en realizar la hazaña.

En los años siguientes, Tamara siguió completando otras travesías: en 2023, cruzó el Atlántico en solitario hasta el Círculo Polar Ártico, desde Francia hasta Groenlandia; y entre 2023 y 2024, pasó el invierno en el Ártico, también en solitario, viviendo ocho meses de invierno polar con el barco atrapado en el mar helado de Groenlandia. La ocasión también se convirtió en un hito, ya que es la primera mujer en pasar el invierno sola en los polos, su último reto antes de la travesía realizada este año.

Para conocer más sobre su extenso historial de travesías, National Geographic entrevistó en exclusiva a Tamara Klink tras su regreso de una travesía por el Ártico para conocer cómo es el reto de realizar tantos viajes en solitario, en especial el Paso del Noroeste del Ártico, que se considera un reto para cualquier navegante.

A continuación, la navegante habla de las impresiones que tuvo a lo largo del viaje en relación con el cambio climático y el impacto que este fenómeno tiene sobre los animales de la región, además de detallar la experiencia personal que proporciona un viaje de este nivel.

¿Qué es el Paso del Noroeste, por donde navegó Tamara Klink?

El Paso del Noroeste es una ruta muy buscada desde el siglo XVI y que, históricamente, era muy complicada de navegar y poco práctica comercialmente debido a la enorme cantidad de hielo presente en ella. Se extiende desde Groenlandia hasta el estado norteamericano de Alaska.

El lugar marcó la historia de la navegación con la misteriosa desaparición, en 1847, del barco de Sir John Franklin y sus 128 marineros. Gracias a las expediciones de búsqueda, se crearon mapas que ayudaron a futuros navegantes a completar la ruta, destacando la hazaña del navegante noruego Roald Amundsen, que la completó en agosto de 1905.

Fue esta ruta, considerada hasta hoy una de las más difíciles del Ártico, la que Tamara decidió visitar en 2025, emprendiendo su viaje más desafiante hasta entonces. Buscar el punto inhóspito, de difícil navegación, con frío extremo, y hacerlo sola, como hizo Tamara en el Paso del Noroeste del Ártico, puede parecer extraño para mucha gente, pero para esta joven brasileña fue un aprendizaje único y liberador.

“El Paso del Noroeste ha cambiado mucho a lo largo del tiempo, antes era posible realizar esta travesía caminando por el mar helado. Después, solo los grandes barcos con rompehielos se aventuraban en viajes muy difíciles. Hoy, con el calentamiento global y la reducción del hielo marino, he podido realizar este viaje con un pequeño velero, un ejemplo real de este gran cambio en el planeta”, afirma.

Dormir poco y correr el riesgo de congelarse: así fue el viaje de Tamara Klink por el Paso del Noroeste

Tamara zarpó a finales de julio del puerto de Aasiaat, en Groenlandia, para iniciar su travesía en solitario por el mar Ártico hacia Alaska. En su pequeño velero de acero de solo 10 metros, navegó por el laberinto de aguas heladas y icebergs, desde lugares (y paradas en pueblos) que ya conocía de su anterior viaje a Groenlandia hacia paisajes inhóspitos y nuevos para ella.

Durmiendo en algunos tramos del camino solo en ciclos de 20 minutossin agua corriente ni ducha, las dificultades y la soledad fortalecieron a Tamara para seguir enfrentándose a fuertes corrientes marítimas, el deshielo de grandes icebergs y peligrosas tormentas. Además, por supuesto, del peligro de la proximidad de animales, como un oso polar.

Seguir viva era más difícil que morir, porque si me quedaba sin abrigo me congelaba, si caía al agua, me congelaba… Y aun así me sentía muy feliz de estar ahí, muy agradecida por todo, por cada vaso de agua”, relata Tamara en diálogo con National Geographic.

Añade que su experiencia ayuda, pero en cada viaje, cada día en el mar es único. Las previsiones meteorológicas son muy importantes, aunque en esta región no funcionan tan bien y suelen darse con un día de antelación. “Esto permite buscar refugio al saber que se avecina una tormenta peligrosa. Además, hay un grupo de comunicación entre los navegantes que realizan el Paso del Noroeste para ayudar e intercambiar información esencial durante el trayecto”, explica la navegante.

A lo largo de la travesía, Klink comparó sus propias observaciones con los relatos de Roald Amundsenobservando la drástica reducción del hielo y los cambios en el paisaje, lo que destaca la importancia de la memoria climática que transmiten estos relatos. Un paso exacto relatado por Amundsen en su libro North West Passage (Pasaje del Noroeste), de 1909, fue el lugar que más emocionó a Tamara durante el viaje:

“Completé este tramo exactamente el mismo día que él, el 5 de agosto, ¡pero con una diferencia de 120 años! Él en 1905 y yo en 2025, y mientras navegaba, iba leyendo y encontrando los lugares que él describía, observando al mismo tiempo lo mucho que ha cambiado el paisaje, lo diferente que es…”, cuenta a NatGeo. “Lugares que él decía que estaban completamente congelados, nevados por todas partes, difíciles de atravesar, yo los navegaba tranquilamente, porque hoy ya no existe todo ese hielo, sino mar”.

Tamara Klink observó los efectos del cambio climático en el Ártico con sus propios ojos

El viaje que Tamara realizó en los últimos meses en un pequeño velero no hubiera sido posible hace unas décadas. Las condiciones climáticas y ambientales de la Tierra están cambiando rápidamente y el Ártico es precisamente uno de los lugares donde se pueden ver claramente las transformaciones derivadas del cambio climático.

Durante la conversación, Tamara mencionó que solo el 9 % de su ruta tenía hielo marino, a diferencia de hace unos 30 años, cuando se necesitaban rompehielos. “Pude navegar por regiones a las que no hubiera sido posible llegar con mi embarcación, a cada minuto veía diferencias en el paisaje en fotos de hace dos o tres años, con muchas menos regiones congeladas, un tiempo muy corto para tanto cambio”.

También observó la drástica reducción del hielo marino al comparar fotos satelitales de los últimos 10 a 20 años con la situación actual, un período corto en climatología, y cómo las condiciones del hielo en el Ártico han cambiado rápidamente, con cada año batiendo récords de inviernos más cálidos.

La exploradora vió de cerca las consecuencias de estos cambios en el clima ártico: “Animales como las ballenas y las águilas están cambiando sus patrones migratorios, permaneciendo más tiempo en el Ártico o anidando antes, y los osos polares están perdiendo su hábitat de hielo, lo que los acerca a las poblaciones humanas”, agrega.

Según la navegante, los osos polares aparecen cada vez más cerca de los pueblos, ya que además de perder espacio de hielo, también pierden fuentes de alimento. Asegura que los animales marinos también se están viendo afectados por el cambio climático, como la “mariposa de mar” (un tipo de caracol marino del grupo Thecosomata que vive en aguas frías), que es la base alimenticia de muchos otros animales, como ballenas, peces y aves.

“La mariposa de mar está teniendo dificultades para formar sus conchas debido a la acidificación del océano, que absorbe gran parte del dióxido de carbono de la atmósfera, lo que altera su pH y afecta a la capacidad de los organismos para formar conchas, lo que repercute en la pesca y las cadenas alimentarias, en una reacción en cadena”, explica Tamara.

Otro impacto importante del cambio climático en el Ártico, con consecuencias para todo el ecosistema oceánico, además del alarmante aumento del nivel del mar, es el deshielo del permafrost, suelo que permanece congelado durante muchos años y contiene grandes cantidades de carbono en materia orgánica congelada.

La navegante dijo que el deshielo del permafrost en el mar de Groenlandia y Canadá está desequilibrando las construcciones (muchas casas están construidas sobre el permafrost) y liberando gases y metales pesados atrapados durante miles de años bajo el hielo, lo que contamina el agua y las especies cercanas.

Además, el peligro del aumento del agua dulce fría en el océano altera la salinidad del mar y las corrientes marítimas, provocando tormentas aún más intensas y frecuentes, explica. “Algunos de los momentos más difíciles que pasé durante la travesía se debieron precisamente a fuertes tormentas y corrientes marinas que fueron mucho más intensas de lo previsto, lo que me obligó a buscar refugio más veces de lo que esperaba”, revela Tamara.

Tamara Klink observó los efectos del cambio climático en el Ártico con sus propios ojos

El viaje que Tamara realizó en los últimos meses en un pequeño velero no hubiera sido posible hace unas décadas. Las condiciones climáticas y ambientales de la Tierra están cambiando rápidamente y el Ártico es precisamente uno de los lugares donde se pueden ver claramente las transformaciones derivadas del cambio climático.

Durante la conversación, Tamara mencionó que solo el 9 % de su ruta tenía hielo marino, a diferencia de hace unos 30 años, cuando se necesitaban rompehielos. “Pude navegar por regiones a las que no hubiera sido posible llegar con mi embarcación, a cada minuto veía diferencias en el paisaje en fotos de hace dos o tres años, con muchas menos regiones congeladas, un tiempo muy corto para tanto cambio”.

También observó la drástica reducción del hielo marino al comparar fotos satelitales de los últimos 10 a 20 años con la situación actual, un período corto en climatología, y cómo las condiciones del hielo en el Ártico han cambiado rápidamente, con cada año batiendo récords de inviernos más cálidos.

La exploradora vió de cerca las consecuencias de estos cambios en el clima ártico: “Animales como las ballenas y las águilas están cambiando sus patrones migratorios, permaneciendo más tiempo en el Ártico o anidando antes, y los osos polares están perdiendo su hábitat de hielo, lo que los acerca a las poblaciones humanas”, agrega.

Según la navegante, los osos polares aparecen cada vez más cerca de los pueblos, ya que además de perder espacio de hielo, también pierden fuentes de alimento. Asegura que los animales marinos también se están viendo afectados por el cambio climático, como la “mariposa de mar” (un tipo de caracol marino del grupo Thecosomata que vive en aguas frías), que es la base alimenticia de muchos otros animales, como ballenas, peces y aves.

“La mariposa de mar está teniendo dificultades para formar sus conchas debido a la acidificación del océano, que absorbe gran parte del dióxido de carbono de la atmósfera, lo que altera su pH y afecta a la capacidad de los organismos para formar conchas, lo que repercute en la pesca y las cadenas alimentarias, en una reacción en cadena”, explica Tamara.

Otro impacto importante del cambio climático en el Ártico, con consecuencias para todo el ecosistema oceánico, además del alarmante aumento del nivel del mar, es el deshielo del permafrost, suelo que permanece congelado durante muchos años y contiene grandes cantidades de carbono en materia orgánica congelada.

La navegante dijo que el deshielo del permafrost en el mar de Groenlandia y Canadá está desequilibrando las construcciones (muchas casas están construidas sobre el permafrost) y liberando gases y metales pesados atrapados durante miles de años bajo el hielo, lo que contamina el agua y las especies cercanas.

Además, el peligro del aumento del agua dulce fría en el océano altera la salinidad del mar y las corrientes marítimas, provocando tormentas aún más intensas y frecuentes, explica. “Algunos de los momentos más difíciles que pasé durante la travesía se debieron precisamente a fuertes tormentas y corrientes marinas que fueron mucho más intensas de lo previsto, lo que me obligó a buscar refugio más veces de lo que esperaba”, revela Tamara.

¿Cómo es estar sola en el mar? Las percepciones de la navegante y sus proyectos para el futuro

Tamara Klink comentó que la influencia de las percepciones externas sobre su capacidad para navegar sola ha cambiado, y que ahora se siente menos afectada por los comentarios de los demás que en sus primeras travesías marítimas, tal y como comentó en una entrevista para NatGeo en 2022.

“Mi seguridad ha crecido con el tiempo, con la confianza en mí misma que he ido adquiriendo en cada etapa, también he dejado de preocuparme por la opinión de los demás. Fue importante hablar con navegantes más experimentados y también conocer a navegantes más jóvenes y menos experimentados que yo”, sostuvo.

“Eso me permitió diferenciar entre peligros reales e imaginarios, y ver lo mucho que he aprendido y cómo puedo ayudar a los demás”, revela.

La experiencia de navegar sola y superar los retos, de contemplar los lugares con toda atención y vivir cada día en su totalidad es algo único que transformó su mirada desde la primera expedición en solitario que realizó. “Cambió mi percepción de las cosas y del tiempo; ahora estoy agradecida por estar allí, por cada día vivido en ese lugar. En ese momento, tenía la impresión de que ya tenía todo lo que necesitaba para vivir”, sostiene.

Los largos periodos de soledad también cambiaron la relación de Tamara con el tiempo. “Uno de los mayores retos que podemos tener a nivel individual es recuperar el control de nuestro tiempo”, sostiene, y añade que ahora disfruta más de los paseos por la naturaleza y del canto de los pájaros sin otros ruidos, algo que la vida en la ciudad no permite.

“Veo que las personas a menudo no viven el presente, ni las experiencias de formar parte de la naturaleza, de estar agradecidas por los logros y no solo querer más y más”, añade la navegante. Considera que, incluso en una situación extrema, sentía que estaba ganando más tiempo de vida, comprendiendo el valor real de lo que es realmente necesario.

Ahora, la joven navegante tiene la intención de asistir a la COP30, que se celebrará en noviembre en Belém, en Pará, Brasil, con la esperanza de que se tomen buenas resoluciones. Y entre sus planes futuros más inmediatos está la finalización de dos libros que ya están en marcha, uno sobre el invierno en el Ártico y otro sobre el Paso del Noroeste, ambos con lanzamiento previsto para 2026.

Fuente: National Geographic

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