Rob Reiner, el célebre director de Hollywood cuya diversa filmografía fue querida por un amplio público de la ciudad, fue encontrado muerto el domingo en Los Ángeles. Tenía 78 años.
Las autoridades describieron las muertes de Reiner y su esposa, Michele Singer Reiner, como sospechas de homicidio. Su hijo, Nick, fue arrestado en relación con su muerte.
A pesar de esta noticia trágica y impactante, los numerosos homenajes a Reiner que surgieron durante la noche celebraron la evidente calidez, inteligencia y humor de este hombre y su obra.
Desde mi perspectiva, la carrera de Reiner es una de las demostraciones más claras de un director que se mueve con fluidez entre géneros manteniendo una visión del mundo coherente.
Rob Reiner, el célebre director de Hollywood cuya diversa filmografía fue querida por un amplio público de la ciudad, fue encontrado muerto el domingo en Los Ángeles. Tenía 78 años.
Las autoridades describieron las muertes de Reiner y su esposa, Michele Singer Reiner, como sospechas de homicidio. Su hijo, Nick, fue arrestado en relación con su muerte.
A pesar de esta noticia trágica y impactante, los numerosos homenajes a Reiner que surgieron durante la noche celebraron la evidente calidez, inteligencia y humor de este hombre y su obra.
Desde mi perspectiva, la carrera de Reiner es una de las demostraciones más claras de un director que se mueve con fluidez entre géneros manteniendo una visión del mundo coherente.
Ya fueran comedias románticas (Cuando “Harry conoció a Sally”, “El presidente americano”, “Seguro que sí”), thrillers (“Misery”), dramas judiciales (“Unos pocos hombres buenos”) o fábulas de madurez (“Compárenme”), las películas de Reiner vuelven una y otra vez a creencias profundamente humanistas: que las personas, por imperfectas que sean, son capaces de crecer y conectarse; que el cuidado y la empatía mutua son vitales; y que las historias cinematográficas pueden ayudarnos a reconocer esto en los demás.
Tomarse la comedia en serio
Entrando por primera vez en la imaginación cultural como Meathead en la serie de televisión “All in the Family” (1971–79), las interpretaciones de Reiner como actor a menudo ocultaban su aguda inteligencia política bajo un humor directo.
Esta tensión entre la comedia superficial y la seriedad subyacente también se convertiría en una característica definitoria de su trabajo como director.
Desde el inicio de su carrera como director con “This Is Spinal Tap” (1984), Reiner utilizó la comedia como una forma de revelar personajes, contradicciones y vulnerabilidades.
“This Is Spinal Tap” se convirtió en una de las comedias más influyentes jamás hechas y en mi comedia favorita de todos los tiempos.
A menudo celebrada por su brillantez improvisadora y su agudeza satírica, creo que la película es igualmente notable por su afecto hacia sus personajes. Trata el absurdo de la banda titular como inseparable de su sinceridad.
Al hacerlo, Reiner también ayudó a definir una nueva gramática cómica en formato de falso documental que fue increíblemente influyente para las futuras generaciones de cineastas cómicos.
Un enorme rango emocional
A finales de los años 80 y principios de los 90, la extraordinaria racha de películas de Reiner demostró no solo versatilidad técnica, sino también un rango emocional poco común entre sus contemporáneos.
“La princesa prometida” (1987) fusionó romance de cuento de hadas, aventura y meta-humor. “Cuando Harry conoció a Sally” (1989) sigue siendo una de las grandes exploraciones cómicas del amor, la intimidad y las relaciones en el cine estadounidense.
Quizá lo más llamativo fue la comodidad de Reiner con la complejidad tonal.
“Stand by Me” (1986), adaptada de una novela corta de Stephen King, mira atrás a la infancia con recuerdos nostálgicos y un reconocimiento de la oscuridad que hay bajo la adolescencia suburbana. “Misery” (1990), otra adaptación de King, examina el fandom tóxico y la obsesión en un thriller tenaz y cautivador con toques de humor negro.
“A Few Good Men” (1992) pone en conversación la teatralidad judicial sobre cuestiones de autoridad y responsabilidad ética en el ejército, y nos ofreció dos actuaciones icónicas de las superestrellas de Hollywood Tom Cruise y Jack Nicholson.
Lo que une estas películas no es un estilo o tema concreto, sino la perspectiva.
La dirección de Reiner a menudo privilegiaba la interpretación y la emoción. Incluso trabajando dentro de los marcos de género, nunca aceptó el género como una jaula. En cambio, entendía los placeres del género y cómo utilizar sus tópicos para explorar cuestiones más amplias de la humanidad.
La sinceridad como fortaleza de Rob Reiner
Políticamente franco y comprometido sin complejos, Reiner tampoco separó nunca la responsabilidad cívica de la práctica artística.
Sin embargo, sus películas resistieron el dogma. En una industria que a menudo privilegia el cinismo o la distancia irónica, el trabajo de Reiner insistía en la sinceridad como fortaleza.
Si hubiera un hilo conductor en el legado de Rob Reiner, yo diría que es el deseo de que el público sienta profundamente sin vergüenza. Sus películas demostraron que la risa puede ser una de las fuerzas más humanas que la narración puede ofrecer.
Como cinéfilo adolescente criado en los años 80 y 90, el trabajo de Reiner me abrió los ojos sobre la importancia de la conexión emocional en el pacto entre el público y el cine.
Su capacidad para trabajar eficazmente entre géneros se debía a la forma magistral y sincera en que nos hacía preocuparnos por sus personajes, ya fueran estrellas de rock bufones, príncipes y princesas, abogados militares y generales, o adolescentes enfrentándose a su primer contacto con la mortalidad.
Fuente: forbes
