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¿Qué pasó con la cabeza de María Antonieta después de su ejecución?

Su muerte marcó el fin de la monarquía francesa y el inicio del terror bajo la guillotina. Pero, ¿quién se quedó con su cabeza?

La reina extravagante de un país en quiebra

María Antonieta subió al trono a los 18 años. Aunque podría parecer una edad corta para asumir el mando de un imperio, en realidad era el momento en el que muchos de sus coetáneos lo hacían. Considerando que la esperanza de vida promedio para el siglo XVIII era de 35, estaba justo a la mitad de su vida. Así como los otros miembros de su corte —menos los que ostentaban realmente el poder—, la reina de Francia tenía un desapego absoluto y total falta de contexto sobre la situación de su país. Hambre, enfermedad y muerte azotaban sus tierras, mientras ella y otras personalidades de la nobleza francesa se atragantaban con postres y fiesta.

Vestidos pomposos, pelucas tan grandes que podían guardar jaulas con aves vivas y dulces sin fin: así fue el entorno en el que María Antonieta se crio. A fin de cuentas, era hija de la emperatriz María Teresa de Austria,y la penúltima hija de Francisco I, conocido como ‘el sacro emperador romano’. La suya era sangre verdaderamente noble, por todos lados. Y lo que era más: se casó con Luis XVI de Francia, descendiente directo del mismísimo Rey Sol. Sin embargo, todo ese linaje real no le sirvió de mucho al momento de gobernar.

“A finales del siglo XVIII”, documentan los Museos Reales de Greenwich, “Francia estaba al borde de la bancarrota”. Principalmente, porque el rey invirtió gran parte de los recursos de la corona en la Revolución de Estados Unidos. No sólo eso: a pesar de las precariedades económicas de su gente, ostentaba bailes y festines que no que sencillamente no podía costear. De ahí, también, viene el mito del célebre aforismo de su esposa. Cuando a María Antonieta se le enfrentó con el hecho de que sus súbditos tenían hambre, se dice que contestó: “Que coman pastel”.

“No lo hice a propósito”

La gente se rebeló. Estaban hartos de las inequidades sociales que la monarquía había impuesto por siglos. Por lo cual, después de tanto tiempo de estar relegados al Tercer Estamento (o la base de la escala social), decidieron convocar a su propia Asamblea Nacional. Una en la que ni el rey, ni cualquier miembro de la nobleza, tuviera voz ni voto.

El 14 de julio de 1789, un grupo de revolucionarios tomó la Bastilla, un estandarte del poder monárquico, en donde estaban cautivos los prisioneros de la corona francesa. Casi de manera simultánea, otros grupos revolucionarios ingresaron a Versalles, tomaron cautivos a los reyes y los llevaron como sus prisioneros a París. Ahí, según los registros de la Enciclopedia británica, un tribunal encontró a María Antonieta como culpable de traición a la patria, y fue condenada a muerte en la guillotina.

Discúlpame, Señor, no lo hice a propósito”: ésas fueron las famosas últimas palabras que dijo María Antonieta antes de su ejecución. A los espectadores poco le importaban sus intenciones: tuvieron hambre, y ella no les logró proveer de pasteles. Sin saberlo, ese día los franceses inauguraron la Época del Terror, explica World History Encyclopedia. Un periodo más oscuro, sanguinario y autoritario de lo que nunca se imaginaron.

Y… ¿qué le pasó a la cabeza de María Antonieta?

Después de la toma de la Bastilla, que hoy se celebra como el Día de la Independencia en Francia, y de la muerte de María Antonieta y su esposo, los franceses sintieron el filo de la guillotina. No lo percibieron de inmediato. Por el contrario, la nueva aristocracia estaba ávida por conocer todos los detalles sobre la caída de la corona y la ejecución de sus antiguos miembros.

Tan es así que contrataron a Madame Tussaud, miembra de la corte de Luis XVI que se dedicaba a las artes plásticas. Especialmente, a esculpir en cera. Ella misma, que trabajaba para la corona, se encargó de hacer el vivo retrato de la reina muerta. En específico, de su cabeza: era un busto de María Antonieta recién separada de su cuerpo. En tamaño real, y con detalle casi infame, la escultora mandó la obra a Londres, donde estuvo exhibida por meses.

La réplica era tan similar a la real, con detalles como el clásico labio inferior de los Habsburgo, que se rumoraba que Madame Tussaud tenía en su estudio la cabeza de María Antonieta y de otros miembros de la monarquía caída. Esto es prácticamente imposible de saber, más que a través de las Memorias que la escultora misma dejó escritas. 

Fuente: Muy Interesante

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